7 de agosto 2024. Culross, Stirling y Dunfernlime

 

Tempranito nos vamos a visitar el pequeño pueblo de Culross, una de las aldeas mejor conservadas de Escocia, gracias a las tareas de mantenimiento y restauración del Nacional Trust for Scotland. Durante los siglo XVI y XVII, fue centro de peregrinaje gracias a su gran abadía. 





Culross alcanzó su máximo esplendor cuando George Bruce of Carnock, un habitante de Culross, ideó las minas de carbón bajo el agua, suponiendo durante muchos años una importantísima fuente de riqueza para el pueblo. George se construyó un gran palacio en el pueblo que se puede visitar hoy en día.




La aldea merece muchísimo la visita, las casas son chulísimas y están muy bien conservadas y los callejones por los que se pasea tienen mucho encanto. De despedida nos tomamos un café en la agradable cafetería del pueblo, que es también dog friendly 😉


El icono de Escocia es el Unicornio que preside las Market cross de muchos pueblos. 




Nos hemos entretenido más de la cuenta en Culross, así que decidimos ir directamente a Stirling para poder ver su castillo, que dicen que es el que más merece la pena visitar de Escocia. Tenemos mucha suerte de aparcar en pleno centro por muy poco dinero (lo de los precios de los parkings en Escocia es totalmente abusivo), y nos vamos a visitar el castillo.



Estéticamente por fuera es mucho más impresionante el de Edimburgo, pero el interior está muy bien conservado y hay muchísimas dependencias que se pueden visitar. El castillo se comenzó a construir en el siglo XII, pero ha sufrido múltiples remodelaciones y ha formado parte de manera relevante de la historia de Escocia. William Wallace ganó una importante batalla en este castillo, así como Robert de Bruce. Pero también aquí los escoceses perdieron la última batalla frente a los ingleses, al tratar de invadir el castillo para reponer la dinastía de los Estuardo, sin éxito.

En el interior se puede visitar el Palacio que fue construido por Jacobo VI, en el interior del Castillo en un momento de gran esplendor de la realeza escocesa. 



Tiene un enorme salón de banquetes, decorado con un techo intrincado en madera, así como la Capilla real, donde fue coronada María Estuardo. Se conservan con su mobiliario los apartamentos del Rey y la Reina, con las salas donde recibían a los invitados más ilustres y unos tapices con los escudos y el unicornio, emblema del país. 



Personaje representando a la reina en sus aposentos.





Uno de las principales curiosidades del castillo son las llamadas “cabezas de Stirling” que decoraban los techos de palacio y son caras de los reyes de Escocia y de personajes bíblicos o relevantes, tallados en madera de roble y pintados con vivos colores. La verdad que son bien chulas!!



Es una pena porque tenemos poco tiempo y no podemos pasear tranquilamente por la ciudad, pero desde luego es un lugar al que creo que volveremos.

Como la perra necesita andar un rato y nosotras también, nos vamos a los jardines de Pittencrieff, en Dunfermline, que tienen buenas caminatas para pasear. Estaban llenos de ardillas, así que no pudimos llevar a Hiru suelta porque se volvía loca a la caza de la ardilla...





Comimos allí y disfrutamos de los paseos. Tanto que para cuando llegamos al Palacio y la Abadía de Dunfermline ya la habían cerrado…. Brrrrr… pero ¿a quién se le ocurre cerrar un monumento tan importante a las 16.30h????








Nos perdimos la tumba de Robert de Bruce, que se encuentra en el interior de la Abadía, pero pudimos disfrutar de sus jardines y del cuidado cementerio. Nos sorprendió el homenaje que le hicieron al Rey de Escocia, esculpiendo su nombre en las almenas de la torre principal de la Abadía..





Dunfermline nos encantó. Es una preciosa ciudad medieval cuidada y luminosa. Además, tiene estos jardines increíbles para pasear, llenos de ardillas y de aves silvestres. Estos jardines fueron creados por Andrew Carnegie, un rico comerciante que hizo fortuna en américa y para dejar su huella en su ciudad de nacimiento, creó este increíble espacio natural.



Finalmente, cogimos rumbo Edimburgo, donde pasaríamos la noche para aprovechar mañana bien el día en la capital de Escocia! Esta vez se nos dio MUUUUCHO mejor que Glasgow (debe ser la experiencia con la conducción británica). Evitamos toda la zona de LEZ y encontramos un tranquilo aparcamiento donde pasar la noche por el módico precio de 30 libras… no quiero pensar a qué precio estará una noche de hotel!!!

Salimos a pasear con la perra por los alrededores y como las cabras tiran al monte, nos acercamos al monte que circunda la ciudad. Ya que estamos allí y como últimamente no hay trecking que se nos resista, vemos un camino que asciende por la ladera y al monte que nos subimos.... Y mira por donde nos encontramos con un increíble atardecer sobre la ciudad de Edimburgo!



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